Si estás leyendo estas palabras es porque he ido más allá de mi diálogo interno, de esa voz que, a menudo sin darnos cuenta, nos va hablando en todo lo que hacemos y dejamos de hacer. Si cuando pensé en escribir este texto le hubiera hecho caso, tú ahora no lo podrías leer ya que no lo habría escrito jamás… “Hay personas que saben más que yo sobre este tema”, “no escribo suficientemente bien”, “quién soy yo para…” etc. Frases de este tipo son las que nos decimos y las que van minando nuestros sueños y proyectos.

¿Pero qué podemos hacer para evitar caer en nuestros propios tentáculos mentales? Para mí, el primer  paso es vivir en el presente, ya que nos facilita muchísimo ser conscientes de esta voz que (aunque no siempre nos machaca) suele limitar nuestra capacidad de expansión y expresión. Una vez detectamos esta voz, podemos parar a observarla sin juicio. ¿Cómo me hablo a mi misma? ¿Qué frases me digo? ¿Hay palabras que se suelan repetir a modo de leit-motiv? A continuación  podemos cuestionar este diálogo, buscar ejemplos de otras personas que sí se han atrevido a hacer lo que yo  no me atrevo… Y me puedo preguntar ¿le hablaría así a otra persona? Y quizás me vaya a sorprender al ver que me trato como si fuera mi peor enemiga.

Fíjate ahora si tu voz interna intenta protegerte de algún tipo de peligro. Y seguramente la respuesta es afirmativa y vale la pena averiguar cuál es esa intención positiva, puesto que en ella está la llave que abre la jaula mental en la que nos ubicamos. Puede que intente protegerte de las críticas, de una decepción,  de arruinarte,  del abandono, etc. A su vez, detrás de nuestro diálogo interno encontramos la influencia directa de nuestros ancestros y nuestros padres. Es  decir, lo que percibimos que nos decían cuando éramos pequeños se convierte en nuestra voz interna a medida que crecemos y adoptamos sus limitaciones como si fueran nuestras.

Desde el momento en que tomamos conciencia de la intención positiva podemos reconciliarnos con esa sensación de barrera que nos impide atrevernos a dar tantos pasos en nuestra vida. Vemos también que el carcelero somos nosotros  y empezamos a ir más allá de esta voz , una voz que quizás al principio vaya a continuar diciendo lo mismo, pero  ya no  la  tomamos tan en serio, con lo que poco a poco nos  vamos atreviendo a dar un paso más, y en cada paso ampliamos la zona de confort, aumentando, así, las posibilidades de acercarnos a los sueños.

 

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